El Isabella Paradiso no tiene un lugar, ni tampoco una época. Está abierto desde todos los tiempos, nunca puede estar cerrado para servir a todas las almas que acaban de pasar a un mundo mejor. Allí van a parar las almas que no quieren un descanso o no pueden tenerlo, las almas impuras.
Su dueña (yo) le tiene tanto miedo a la muerte que se comprometió a regentar este antro y servir copas a todos estos desgraciados para no sentir nunca la sensación de echar el último aliento.
Si quieres encontrarlo primero tienes que dejar este mundo y cuando camines por la ardiente autopista antes de cruzar las puertas hacia el infierno verás este humilde bar de copas.
Si deseas sentir un poco esa sensación infernal éste es tu sitio, tu decides: El cielo lleno de viejos o una eternidad jovial y sin descanso.

Muérete y pasa por aquí a tomarte una copa ;)

Bienvenido al Isabella Paradiso.

Highway to Isabella´s Pussy.

Me fijé una mañana en la estación de autobuses; a partir de ahí siempre te veía dando vueltas por los andenes mirando los carteles de cada uno para ver hacia dónde iban.
Quizás no tenías nada que hacer y te ibas temprano para ver a los autobuses ir y venir, a la gente corriendo con las maletas, las caras de los viajeros antes de ponerse en marcha.
Observabas todas las costumbres de los demás, y a veces te encontrabas con los mismos viajeros, toda una rutina.
Puede que, simplemente, esperaras a alguien que un día se fue y no volvió.
Mirando fijamente, esperando, la gente que sube y baja, para poder encontrarle y nunca aparece.
Así te pasabas los días, los meses, los años. Buscando una respuesta.
Por lo que supe, decidiste coger el toro por los cuernos y marcharte, no volvimos a ver tu sombrero de vaquero sobresalir por encima de la gente. Se comentaba que subiste a un autobús e iniciaste una aventura que, por sorpresa, te trajo hasta aquí para servirte un bacardi con coca-cola mientras te quitabas tu sombrero y sonreías a alguien que estaba en la otra punta de la barra.

Espero que ese viaje que una vez iniciamos sirva para algo, para encontrarnos con esas personas que ya no están, que se marcharon para no volver, aquellas que nunca conocimos y nos quedamos con las ganas.

Tal vez, quizás.

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