El Isabella Paradiso no tiene un lugar, ni tampoco una época. Está abierto desde todos los tiempos, nunca puede estar cerrado para servir a todas las almas que acaban de pasar a un mundo mejor. Allí van a parar las almas que no quieren un descanso o no pueden tenerlo, las almas impuras.
Su dueña (yo) le tiene tanto miedo a la muerte que se comprometió a regentar este antro y servir copas a todos estos desgraciados para no sentir nunca la sensación de echar el último aliento.
Si quieres encontrarlo primero tienes que dejar este mundo y cuando camines por la ardiente autopista antes de cruzar las puertas hacia el infierno verás este humilde bar de copas.
Si deseas sentir un poco esa sensación infernal éste es tu sitio, tu decides: El cielo lleno de viejos o una eternidad jovial y sin descanso.

Muérete y pasa por aquí a tomarte una copa ;)

Bienvenido al Isabella Paradiso.

Comienzo.

Hoy es una de esas noches que tienes ganas de salir a la puerta del bar a tomar un poco el aire.
Una de esas noches en la que piensas: O salgo de aquí o reviento.

Todo estaba muy tranquilo, para variar. La música suena apagada y ruge con fuerza cuando alguien abre la puerta, un ritmo sucio, apagado.
Enciendo un cigarro y mientras disfruto del momento más placentero de la noche observo cómo se consume, cómo el humo se expande y también pienso que el cigarro se consume igual que tu mísera vida y que cada golpecito contra el cenizero dejando caer la ceniza es parte de lo vivido que va terminando. Y luego te quedas en nada y te tiran al suelo como una simple colilla.
Así es mi día a día y así acaba, con una voz dentro de mi cabeza que va diciendo: Ea, ya queda un día menos.
Entro de nuevo al tugurio y bailo aquella canción que comienza a resonar entre estas cuatro paredes y que rompe por un momento la monotonía anterior, que me hace desaparecer y por un instante no pensar.

Sabes? Siempre quise ser aquella bruja con tacón de aguja, aliada de Lucifer. Y sin embargo, realmente, soy una loca estúpida, que se ahoga todas las noches entre champán.
Tu también fuiste, por desgracia, arrojado al vacío y caíste en el olvido. Sin embargo, tengo que decirte que muchas veces te recuerdo y escucho tus canciones, por eso la pongo aquí, como homenaje a alquien que dio tanto a este mundo y tan poco a la vez porque te marchaste muy pronto.

En el Isabella Paradiso no puede faltar una de las mejores canciones que he escuchado en mi vida...Y a quien no le guste, a la puta calle.

Por los que estamos vivos un día más.

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