El Isabella Paradiso no tiene un lugar, ni tampoco una época. Está abierto desde todos los tiempos, nunca puede estar cerrado para servir a todas las almas que acaban de pasar a un mundo mejor. Allí van a parar las almas que no quieren un descanso o no pueden tenerlo, las almas impuras.
Su dueña (yo) le tiene tanto miedo a la muerte que se comprometió a regentar este antro y servir copas a todos estos desgraciados para no sentir nunca la sensación de echar el último aliento.
Si quieres encontrarlo primero tienes que dejar este mundo y cuando camines por la ardiente autopista antes de cruzar las puertas hacia el infierno verás este humilde bar de copas.
Si deseas sentir un poco esa sensación infernal éste es tu sitio, tu decides: El cielo lleno de viejos o una eternidad jovial y sin descanso.

Muérete y pasa por aquí a tomarte una copa ;)

Bienvenido al Isabella Paradiso.

Detrás de la barra.

Nunca he sido muy creyente en todo lo que tiene que ver con la astrología, el tarot y demás.
Tengo una amiga a la que suelo visitar muy poco pero cuando lo hago siempre acabamos hasta muy tarde echándonos las cartas y leyendo todo sobre nuestro signo. Alguna que otra vez incluso ha llegado a obsesionarse con las predicciones. Yo, en cambio, intento no hacer mucho caso de lo que dicen las mías. Llevo un verano en el que todos los planes que había hecho no pueden cumplirse, me paso el día en casa dando vueltas, haciendo ejercicio y algo que pensaba que no haría: leyendo el horóscopo. Es curioso pero, cuando el tiempo pasa muy rápido, cuando tenemos demasiadas cosas que hacer ni siquiera nos paramos a pensar, nos dedicamos a eso y ya está.
Hay momentos en que se hace un parón enorme, todo se detiene y las horas se hacen eternas. Es en ese momento cuando empiezas a preguntarte a tí mismo si realmente estás conforme con el ritmo que lleva tu vida. Es ese instante cuando te aferras a lo que menos esperabas: leer el horóscopo y echarte las cartas del tarot buscando una respuesta para una vida sin sentido.
Qué vulnerables somos y a cuantas cosas nos agarramos para no caer en la desesperación.

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