El Isabella Paradiso no tiene un lugar, ni tampoco una época. Está abierto desde todos los tiempos, nunca puede estar cerrado para servir a todas las almas que acaban de pasar a un mundo mejor. Allí van a parar las almas que no quieren un descanso o no pueden tenerlo, las almas impuras.
Su dueña (yo) le tiene tanto miedo a la muerte que se comprometió a regentar este antro y servir copas a todos estos desgraciados para no sentir nunca la sensación de echar el último aliento.
Si quieres encontrarlo primero tienes que dejar este mundo y cuando camines por la ardiente autopista antes de cruzar las puertas hacia el infierno verás este humilde bar de copas.
Si deseas sentir un poco esa sensación infernal éste es tu sitio, tu decides: El cielo lleno de viejos o una eternidad jovial y sin descanso.

Muérete y pasa por aquí a tomarte una copa ;)

Bienvenido al Isabella Paradiso.

Mentiras.

Como decía el estribillo de aquella canción: Vamos a contar mentiras tralará, vamos a contar mentiras tralará.
Así pasamos la mayor parte de nuestra vida, incluso más que durmiendo.
A cada minuto soltamos trolas gordas como una casa.
Yo siempre he pensado que las mentiras reflejan todas nuestras frustraciones. Llevan algo de verdad puesto que resaltan nuestros defectos, muestran lo que nunca hemos podido y queríamos hacer, presumimos de lo que realmente carecemos. La mentira nos muestra tal y como somos, por eso no hay mayor reflejo de la verdad en este mundo que una mentira.
Lo mejor de las mentiras es cuando estás con alguien en una conversación y tú sabes y esa persona sabe que se está contando una trola enorme. Te la suelta con toda la clase del mundo.
O también está la mentira de exaltación de la persona, dando demasiada importancia a todo lo que hacemos para no hacer ver al otro que nuestra vida es igual que la suya: vacía y sin sentido.
¿Lo mejor de todo? Que todo en esta vida se acaba descubriendo y contra más mierda guardemos...más huele.

No hay comentarios:

Publicar un comentario