El Isabella Paradiso no tiene un lugar, ni tampoco una época. Está abierto desde todos los tiempos, nunca puede estar cerrado para servir a todas las almas que acaban de pasar a un mundo mejor. Allí van a parar las almas que no quieren un descanso o no pueden tenerlo, las almas impuras.
Su dueña (yo) le tiene tanto miedo a la muerte que se comprometió a regentar este antro y servir copas a todos estos desgraciados para no sentir nunca la sensación de echar el último aliento.
Si quieres encontrarlo primero tienes que dejar este mundo y cuando camines por la ardiente autopista antes de cruzar las puertas hacia el infierno verás este humilde bar de copas.
Si deseas sentir un poco esa sensación infernal éste es tu sitio, tu decides: El cielo lleno de viejos o una eternidad jovial y sin descanso.

Muérete y pasa por aquí a tomarte una copa ;)

Bienvenido al Isabella Paradiso.

Una calle.

Eran las 7 de la mañana y no podía dormir. Seguía tumbada en la cama, de costado, con los ojos cerrados intentando conciliar el sueño. Aún era de noche y sentí el motor de un coche que se encendía y rompía la tranquilidad que había en la calle.
Tardó mucho en irse, como si realmente le costara despedirse de todo aquello que hace tiempo dejó atrás. Toda una vida que de un momento a otro da un giro y acabas en la punta del mundo para no volver en 10 años. Pero un día vuelves. Regresas a la calle que te vio jugar, crecer, la calle de la que una vez te fuiste y ahora tienes que hacerlo otra vez.
El coche se alejaba muy lentamente, parecía que de un momento a otro iba a pararse pero siguió adelante.
Era una calle como la de cualquier pueblucho y sin embargo, para alguna persona volver a pasar por ella o no volver a hacerlo puede significar mucho.

Queremos crear historias impresionantes que cambien el mundo y, sin embargo, no nos damos cuenta de que esas historias se crean con las cosas que nos toca vivir.

1 comentario: